En el último año, 500 mujeres lo hicieron, por cuestiones sociales o médicas. En general, se trata de profesionales que quieren desarrollarse en su trabajo y van postergando el deseo de tener hijos.
Hoy, que las mujeres estudian más que los hombres, que trabajan a la par y que se sacaron de encima el mote de “ama de casa”, también deciden sobre la maternidad. Esto implica pensar seriamente si se quiere tener hijos. Si la respuesta es sí, se puede evaluar la posibilidad de tenerlos a solas o con algún compañero/a. Y también se puede decidir cuándo ser mamá. No sólo los cambios sociales provocaron estas cavilaciones. La ciencia ha dado una gran mano a las mujeres en lo que respecta a la maternidad. De hecho si hoy una mujer sin menstruación ni pareja (dinero sí) desea quedar embarazada y parir un bebé, puede hacerlo. Y de ahí para abajo, el abanico de opciones es infinito. Una posibilidad es congelar los propios óvulos mientras se es joven, por si después, cuando el deseo de la maternidad se presente, el cuerpo ya no responda naturalmente. En el último año, 500 mujeres congelaron sus óvulos. Al momento de hacerlo, la mayoría no tenía pareja.
La técnica ya tiene 15 años. Entonces, su fin era preservar la fertilidad en mujeres que debían someterse a operaciones quirúrgicas o tratamientos de quimioterapia, y que podían dejarlas sin ninguna chance de convertirse en madres. Pero desde hace unos años se imponen otras causas, que los especialistas llaman “sociales”. Y que tienen que ver con diferir la maternidad, postergarla para otros momentos. Por estudios, trabajos, crecimiento profesional. O por ausencia de un compañero que comparta el deseo de tener un hijo.
Maternity bank es la Institución, dentro de Procrearte, que se dedica a la problemática de la maternidad diferida. Se inauguró en el 2009, cuando se desarrolló en el país las técnicas de vitrificación que reemplazaron la criopreservación lenta. Allí, unas 300 mujeres han vitrificados sus óvulos por cuestiones sociales y otras 50 por cuestiones médicas. Su director, Carlos Carrere, cuenta que, “en general, son mujeres profesionales que quieren desarrollarse en su campo laboral y van postergando sus deseos de maternidad y su vida en pareja. La mayoría consulta tarde porque tienen mas de 37 años, cuando su cantidad y calidad de óvulos comienza a disminuir”.
En la década del 60 la mujer tenía su primer hijo a los 23 años, en el 2000 a los 29 y ahora pasados los 30. Después de los 30 años la mujer solo cuenta con el 12% de la reserva ovocitaria con la que nació.
Sergio Pasqualini, de Halitus, también hace hincapié en ser precavidas. “Cuando uno es joven cree que todo es eterno… A pesar de las campañas que se dan en el mundo, y que acompañamos desde Fundación REPRO, aún no se ha establecido una conciencia firme y masiva sobre la importancia de criopreservar óvulos a más temprana edad”.
Sergio Papier, director del Cegyr y presidente del Comité Científico de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva, dice que hasta hace 5 años, cuando la vitrificación dejó de ser experimental que usaban las mujeres con patologías para conservar su fecundidad, se impuso entre las mujeres que buscaban postergar la maternidad, que suelen compartir perfil: solteras, profesionales y con buen pasar económico. Los tratamientos son caros: arrancan en 15 mil pesos, y hay que sumarle medicamentos.
Ester Polak, del Instituto Cer, confirma la tendencia: “Aumentó muchísimo la cantidad de mujeres que consultan. Y la mayoría lo hace por causas sociales y está sin pareja”. Cuenta que hay mujeres que congelaron sus óvulos y al quedar embarazadas sin usarlos decidieron donarlos. “Algunas piden que los descartemos, porque no tiene ninguna carga emocional, porque son sólo células, pero mejor guardarlos porque en un futuro pueden servir como un banco de células madre” .